1927: La consagración de Yehudi Menuhin, en Nueva York

 

En la última entrega del repaso a la biografía de Yehudi Menuhin, a través de su obra ‘Viaje inacabado’, dejábamos al pequeño Maestro en 1927, de regreso a los Estados Unidos tras su estancia en Europa. Y con sus primeros conciertos en New York en el horizonte.

Otoño de 1927, tras vivir una estancia de casi un año en tierras europeas, con estancias y visitas a París, Bruselas, Rumanía, Austria y aprender y entrar en contacto con la Europa que le acompañó el resto de su vida en su obra y en su forma de pensar y de actuar, es momento del regreso de Yehudi Menuhin y de su familia a los Estados Unidos.

Como contamos en este capítulo ‘Yehudi Menuhin y su primera experiencia en Europa: un trayecto inolvidable’, elaborado a partir del extracto de su obra del ‘Viaje inacabado’: ‘Hacia el Este, de vuelta a casa’, Yehudi volvía a suelo estadounidense para cerrar el año 1927. Y lo hacía ya requerido desde los propios Estados Unidos, invitado para comenzar una serie de conciertos.

El otoño casi había desaparecido cuando nos llegó un telegrama de Nueva York, preguntando a mis padres si podía actuar en el Carnegie Hall con la Orquesta Sinfónica de Nueva York bajo la batuta del gran director alemán Fritz Busch, en concreto el concierto en La Mayor de Mozart”, relataba Yehudi Menuhin en ‘Hacia el Este, de vuelta a casa’, que puedes leer íntegro aquí.

La llegada, una vez pasados los momentos del recibimiento del barco donde iba Yehudi Menuhin, que arribó en la desembocadura del Hudson y al que recibieron varios periodistas y al que se le tributaron diversos honores, daría paso a las sesiones de trabajo con Fritz Busch, unos pre-ensayos donde el director, emocionado, aseguró: “¡Puedes tocar conmigo lo que quieras, cuando quieras y donde quieras!”

A continuación vinieron los ensayos y los conciertos, dos de ellos, en días sucesivos. Recuerdo muy poco de cada concierto, salvo que su éxito llegó más allá del más desenfrenado de mis sueños, una reivindicación de lo que había sucedido y una promesa de lo que sería mi futuro”, explica Yehudi sobre el inicio definitivo de una carrera de ascenso fulgurante, legendaria, que se desarrolló hasta el mismo día de su marcha, a finales del siglo XX.

Durante el primero de ellos, el 25 de noviembre de 1927, sintiéndome como un objeto muy pequeño ante el ruido que provenía del público, intenté desviar su atención a Busch, a la orquesta, a Louis Persinger, a quien subí a rastras al escenario y señalaba, pero sabía que tenía que ponerme el abrigo y la gorra, antes de que me dejaran ir. La verdadera prueba, sin embargo, no fue la exposición al público: ya la había pasado en dos ocasiones, en el Hotel Gotham y en los ensayos, y una vez que ambas se negociaron con éxito, los conciertos no fueron más que una continuidad. Cuando subí al escenario durante el ensayo, muchos músicos de la orquesta todavía no estaban convencidos de la conversión de Busch en defensa de mi causa. El hecho de que pidiera a Mischakov, el concertino, que me afinara el violín – ya que yo no tenía la suficiente fuerza para girar las clavijas –ayudó todavía menos a conseguir su confianza. Sin embargo, al finalizar el primer movimiento supe que ya estaban de mi lado. Fue una experiencia muy placentera – no tanto el triunfo sobre el escepticismo como la convicción de sentirme aceptado por músicos que entendían de la materia”.

Si quieres adquirir la obra original en inglés, accede aquí.

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