El mundo es diverso. Multitud de especies animales y vegetales. Paisajes diferentes, del desierto al polo. Ecosistemas variados. La diversidad es, en definitiva, vida. Gracias a ella, tenemos un planeta habitable con multitud de opciones, pues la diversidad es riqueza.
Y sin embargo, el ser humano se empeña en atacarla.
En más sociedades de las que nos gustaría admitir existen múltiples ejemplos de discriminación, exclusión, persecución e incluso violencia contra el divergente. El que no es igual. Y por los más diversos, aquí sí, motivos: género, orientación sexual, religión, cultura, raza…
Una lacra que nos impide disfrutar de los beneficios que tiene que seamos diferentes.
Pero esta dolencia tiene cura: la educación. La educación desde el arte. Porque el niño o la niña aprenden desde muy jóvenes aquello que queramos transmitirle, y si es desde la emoción que provoca la expresión artística, mejor. Por eso debemos infundirles valores de tolerancia, respeto y defensa de la diversidad, porque es, además una mejora para la sociedad.
Este trabajo es el que ha planteado nuestro artista de teatro Mario Marcol con los alumnos y alumnas del IES Barrio Loranca de Fuenlabrada en Madrid. En una de las sesiones realizaron un taller de teatro en donde unos chicos insultan a otros por su sexualidad, posteriormente hicieron una performance con lenguaje de signos y terminaron conversando, reflexionando sobre esta acción ocurrida en la representación teatral. Un debate enriquecedor, máxime en unas edades donde estas cuestiones son fundamentales para ellos en un momento vital de autodescubrimiento.
El programa es posible gracias a la colaboración del Ministerio de Igualdad, la Consejería de Educación, Universidades, Ciencia y Portavocía de la Comunidad de Madrid, la Consejería de Políticas Sociales, Familia, Igualdad y Natalidad de la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Fuenlabrada y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 a través de su convocatoria de Subvenciones 0,7%