Pedro Cruz, artista de Fundación Yehudi Menuhin España

 

Un día, hace mucho tiempo ya, alguien miró en lo más profundo de los posos de una taza de café y luego me miró en lo más profundo de mis ojos que también danzan y me dijo: “No tendrás suerte en la vida Pedro, pero sí mucha fortuna y tu trabajo te llevará a conocer muchos sitios y a mucha gente”.

Y ahora mirando atrás, viéndome entrar por primera vez en ese colegio de la barriada de los Colorines, ese colegio tan importante para mí, con mi traje perfectamente planchado y hecho a medida de ballet clásico, ese traje que conforme crucé la puerta del aula que me habían preparado con tanto cariño y esmero tuve que quitarme, quedando absolutamente hecho jirones, (aunque no para siempre) y tuve que ponerme el mono de trabajador de la Danza hecha a medida no para mí, sino para ellas y ellos — ¡qué gran diferencia! —, y abrir la mochila de los recursos de toda una vida de profesión, además de mi pecho, mi sentimiento y mi valor para poder ponerme frente a ellas y ellos. Ese día, ese día empezó a hacerse realidad aquello que hace mucho tiempo ya me dijeron mirando a lo más profundo de los posos de una taza de café.

¡He tenido mucha fortuna, mucha! encontrándome de frente con lo que era en aquel tiempo El proyecto MUS-E, lo que ahora es Programa, un programa de vida y van más de 20 años de fortuna, de experiencias, de ilusiones por conseguir y de lágrimas, muchas, por la impotencia de no poder, de no saber llegar a ellas y ellos, a esos niños y niñas en demasiadas ocasiones con la pirámide de las necesidades invertidas y de lo cual no son culpables.

Niños y niñas que han padecido y visto lo que no les correspondía porque no tienen edad para ello y porque desgraciadamente han nacido en el lugar que no debían y que ahora probablemente no quieran. Eso me cuentan.

En tanto tiempo ha habido días en los que no me atrevía a entrar en el aula porque no me sentía con la fuerza de tirar para adelante, ha habido días de querer tirar la toalla, días de marcharme jurando que no volvería, días duros que me han hecho tener que reinventarme y sacar las fuerzas de mi ilusión para volver, para volver a intentarlo, para volver a tener el coraje de luchar por algo en lo que creía y creo, algo que debería de estar en cada todos y cada uno de los colegios de España.

Pero ganan lo días en los que la felicidad de ese abrazo por verte en los pasillos te emocionan más que cualquier ovación, días en los que veías una mirada de ilusión, con una chispa tan especial que ninguna palabra sería capaz de describir por la grandeza, días de sentir que al caminar alguien te daba a tu lado la mano sin decirte nada sólo por agradecimiento y por acompañarte y “protegerte” cuando enfilas esos pasillos que te llevan al maravilloso aula MUS-E.

He tenido la fortuna en tantos años de conocer compañeros maravillosos, entre los docentes y los artistas, compañeros que me han enseñado tanto, que me han mostrado tanto, que sabían y saben tanto; compañeros que en muchas ocasiones eran y son “compañeros del alma, compañeros”.

He tenido la fortuna de conocer Maestras y Maestros de esos que no te enseñan, sino de los que se aprende, gente con tal categoría humana y profesional que abruman, gente maravillosa y podría dar muchos nombres que yo los habría querido sin duda alguna para mi hijo y mi hija.

He tenido la fortuna de compartir, de vivir con artistas al lado de los cuales he sentido que tenía que aprenderlo todavía todo, artistas de verdad, de corazón, artistas de sabiduría, artistas de principios y de los cuales sólo con observarlos y apreciar su trabajo aprendías tanto. Muchas veces he pensado, he sentido, ¿qué haces aquí, estando esta gente?

He tenido la fortuna, la gran fortuna de entrar en el corazón de la Fundación, allí donde todo se cocina, allí de donde todo sale y en donde con tan poca gente como son, (muy pocas) hacen tantas cosas, tantas cosas grandes, grandes y bien hechas porque están hechas desde los adentros además desde la profesión elevada a la máxima potencia. Podría dar nombres de los que están y de los que estuvieron y que para mi siempre estarán y como dice Anabel (uy, se me escapó) es que nos juntamos buena gente y es la verdad.

“Muchas veces he pensado, he sentido, ¿qué haces aquí, estando esta gente?”

He tenido la fortuna por haberme nombrado Representante de los Artistas ante el Patronato, de conocer a los Patrones y Patronas, gente ante la cual sólo puedo ver, oír, aprender y callar, gente con una calidad humana, cultural e intelectual abrumadora.

Gente que quizá sin tener motivo, creen en el Programa, creen en el bien que hace a tanto niño y niña, creen en nosotros, los artistas que al fin y al cabo es el potencial que tiene la Fundación, pero sobre todo y ante todo creen en el Legado que dejó el Maestro, creen en ese hombre que dejó la huella de su arco surcando las cuerdas de su Stradivarius en los mejores teatros del mundo junto a las mejores orquestas del mundo, pero que también bajó de esos maravillosos escenarios para meterse en las aulas y demostrar la gran humanidad que contenía en toda su grandeza.

Yo también nací en una familia muy humilde y fui educado en un colegio muy humilde, gracias a mi familia, a la Danza, a tanta gente maravillosa que se ha cruzado en mi camino y en gran parte gracias al MUS-E y a la Fundación hoy soy un privilegiado y un afortunado.

Después de todo esto y más que podría segur diciendo, aquella persona que miró en lo más profundo de unos posos de una taza de café tenía toda la razón.

  • Todos los testimonios se irán colgando en la página ’20 años, 20 testimonios’, que puedes encontrar aquí o en la pestaña de ‘Noticias y Publicaciones’.

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